La lámpara Tiffany; clásica, elegante y sofisticada

Si te digo Tiffany ¿en qué piensas, en joyas o en lámparas? Sea cual sea la respuesta seguro te vas a sorprender cuando sepas que están muy relacionadas.

¿Quién no conoce la famosa cajita azul y los diamantes de Tiffany? Son famosos en todo el mundo y no sólo por la película protagonizada por Audrey Hepburn. El imperio Tiffany se fundó a principios del Siglo XX, de la mano de Charles Lewis Tiffany y de sus talleres salieron joyas para la reina Victoria, el sah de Persia y el zar de Rusia. Su hijo mayor, Louis Comfort Tiffany, estaba predestinado a ser comerciante, como su padre, sin embargo él quería ser artista.

Louis empezó su carrera pintando hermosos cuadros y la curiosidad y el deseo de aprender más le llevaron a viajar por Europa. Le fascinaban los vitrales. Estaba entusiasmado con sus colores y la forma en la que reflejaban la luz. Al volver a Estados Unidos empezó a trabajar el vidrio, que por entonces era transparente y se pintaba después si es que se quería conseguir que tuviera algún color. No le satisfacía este proceso y pronto descubrió que la única manera de conseguir el vidrio que quería era fabricándolo él mismo.

Empezó por emular las antiguas técnicas del Siglo XIV pero introdujo un cambio fundamental: integró el color en el proceso de fundición, para que una vez soplado el vidrio no tuviera que ser pintado. Lo llamó Vidrio Favrile y en él empezó a experimentar con colores nunca vistos o poco usados hasta la época y a innovar con técnicas hasta ahora nunca vistas.

Edison acababa de inventar la ampolleta eléctrica y eso le dio una idea, ¿por qué no aprovechar esa luz para llevar los vitrales a las casas? Así nació la primera lámpara de cristales, que después tomaría su nombre y se conocería como lámpara Tiffany.

Las lámparas, que se produjeron entre 1885 y 1920, tenían una base de bronce pulido y una pantalla compuesta por piezas de cristales de diferentes colores y tamaños que se soldaban unas a otras con cobre. Se iban montando sobre una plantilla dibujada de tamaño real. El patrón más común eran las flores, aunque Tiffany creó también diseños orgánicos de otros tipos.

Ésta técnica, que se aplicó también a murales y ventanales, convirtió a Louis Comfort en el exponente máximo del Art Nouveau en los Estados Unidos. Hoy día las lámparas originales de Tiffany se venden en subastas por cientos de miles de dólares y sus réplicas de vidrio han adoptado su nombre como reconocimiento al legado artístico.

Son joyas de la decoración porque son en sí mismas un objeto de colección, que se gana el protagonismo de en cualquier espacio. Clásicas y sofisticadas tienen un halo de misterio y elegancia que traspasa las barreras del tiempo y de las modas.

A principios de 1900, tras la muerte de su padre Louis asumió su responsabilidad en Tiffany Co. Se convirtió en el primer director de diseño de la marca y estableció un departamento de joyería artística en la tienda de la quinta avenida, la más emblemática de la marca. Allí experimentó incorporando vidrio y esmalte a piezas de joyería, lo que supuso una importante modernización y un aporte fundamental.

Un artista que cumplió su sueño de ser artista del vidrio, la pintura, la joyería y hasta la cerámica pero que a la vez supo cumplir la voluntad de su padre y enriquecer el legado de su familia que aún escribe su nombre en diamantes.

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