Seguro que la has visto miles de veces, lo que tal vez no sepas es que ésta fue la primera silla de fabricación industrial en plástico de la historia. Fue diseñada en 1950 para un certamen de diseño Low Cost organizado por el MoMa de Nueva York. La silla, que tenía como principal aporte la forma de concha o carcasa de una sola pieza, por la que recibió el apodo de Shell (concha en inglés), ganó el primer premio.
Charles Eames, su creador, era un artista del modelaje en madera. Durante la Segunda Guerra Mundial diseñó sillas y otros muebles para la marina americana. Toda esa experiencia le valió para entender que hay momentos en los que el diseño tiene que adaptarse a las necesidades de muchos más que a los deseos de unos pocos. De hecho, y aunque suene paradójico, Eames no era un gran fan de la innovación y pensaba que antes de buscar vías nuevas había que explorar lo que ya había sido inventado.
Sin embargo sí fue pionero en la utilización de nuevas técnicas y materiales, como la resina o la fibra de vidrio. Con ésta última diseñó, junto a su esposa Ray, la serie Molded Plastic Chair en cuatro modelos que incluían bases distintas; de alambre (DSR), de madera (DSW), apilable (DSS) y de acero (DSX). El primero de ellos fue apodado “base Torre Eiffel” y se convirtió en el más significativo y simbólico.
Las cuatro variantes, después conocidas como sillas Eames, fueron la primera familia de sillas comerciales. Eran una propuesta de mobiliario de bajo costo para las familias del hemisferio norte en tiempos de post guerra. Una solución económica que, sin embargo, estaba inspirada en la complejidad de las curvas de los nuevos automóviles.
En 2004 se decidió dejar de fabricarla en fibra de vidrio, por el alto impacto que este material supone para el medio ambiente y hoy se fabrica de polipropileno, que es 100% reciclable y mucho más duradero.
Su revolucionario diseño, con asiento de carcasa única, las convirtió en íconos del mobiliario del Siglo XX no sólo por su valor histórico y estético, también por su forma ergonómica. Casi 70 años después seguimos conviviendo con la silla Eames, tal vez porque se adapta a los distintos estilos y porque más que una silla es una pieza decorativa y de diseño en sí misma.