Mi cama ideal

Tener un sueño reparador cada noche es esencial para vivir una vida feliz. Para lograrlo, una de las cosas más importantes es preocuparse de que la cama reúna las condiciones perfectas: la textura de las telas, la comodidad de las almohadas, el abrigo de sus colchas y, por supuesto, un diseño ad-hoc a tu estilo de vida. Con esto en orden podrás tener el descanso que mereces.

Como en el campo
La vida en el campo suele parecernos más tranquila y relajada. ¿Y cómo no? Si uno se va a la cama escuchando el sonido de los grillos y de las hojas de los árboles en movimiento.
Una cama al estilo provenzal, cálida y acogedora, traerá todo el relajo de las casas de la Provenza a la tuya, incluso si vives en una estresante ciudad. Elige una estructura que utilice elementos naturales, como madera en el respaldo o en partes visibles como las patas de la cama.
Las telas de las sábanas, de hilos suaves preferentemente, deben estar cubiertas por colchas o cobertores que le den volumen a la cama, dando la sensación de calidez en solo una mirada. Una buena alternativa para esto es un plumón recubierto por una gran tela color blanco invierno. Sobre la cama, una manta de lana y cojines café o beige harán una combinación perfecta con la madera.

Liviana como una hoja
Una cama que te haga dejar todas las preocupaciones de lado y te invite a dormir sin nada en tu cabeza; más que descanso es una terapia. Las camas del estilo orgánico logran dejar de lado la opulencia para disfrutar de lo sencillo, lo básico, lo más natural. Es esencial en este estilo buscar telas de algodón orgánicas, sin tinturas artificiales. Los colores crema y beige serán la base de la decoración de esta cama, manteniendo siempre la sobriedad y discreción. Los alrededores de la cama deben mantener también el minimalismo. Un velador de formas simples y alguna planta que pueda absorber las malas energías, son detalles que hará aún más liviano el ambiente.

Cama de princesa
Lograr que los niños duerman en su propia cama –y no en la nuestra–, es una tarea complicada. Sin embargo, si logramos que su dormitorio sea un espacio que sientan propios, ellos querrán estar en su cama apenas se ponga el sol.
Los dormitorios de las niñitas en general son rosados. Es más, si le preguntamos a diez niñas de qué color quieren su dormitorio, lo más probable es que nueve de ellas elijan ese color. Así que no rememos contra la corriente y démosle en el gusto, pero teniendo cuidado de no exagerar. Para esto debemos elegir bien qué elementos serán de ese color y cuáles no. Por ejemplo, podemos usar sábanas grises o blancas con algunos toques de color que combinen con un plumón y almohadón rosado.
Tengamos en cuenta que para que nuestras hijas quieran tanto su cama como la nuestra, debemos tener elementos de la misma calidad en ella. Por esto es importante que el plumón sea tan grande y acogedor como el nuestro y que tenga tantas almohadas y almohadones como nuestra cama. Como últimos detalles, no olvides poner algún peluche que las acompañe y detalles decorativos como cuadros o cajitas para que guarden sus tesoros.

Nuevos colores

A diferencia de las niñas, las camas de los niños han pasado de ser completamente azules, a una combinación de grises, negros y colores más fuertes como rojo, verde y amarillo. Este estilo, que ha llegado de los países nórdicos, permite a los niños crear y decorar al tener una cama que funciona como un lienzo en blanco para su imaginación. La cama de colcha gris, con toques de azul o negro –no recomendamos el blanco porque nunca, nunca, nunca estará blanco–, puede ser alegrada con cojines y de colores más fuertes.
Para los niños es importante contar con elementos que sientan propios, como dibujos de animales o cuadros de superhéroes, dependiendo de los gustos de cada uno. Recuerda que es muy relevante que la estructura de la cama sea firme, ya que puede que la usen para saltar, bailar o jugar.

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