Me gusta el dorado porque es un color que tiene muchos matices: puede ser sofisticado o extremadamente kitsch. Diría que no me inclino por ninguno de esos extremos, más bien estoy al medio. Me gusta, pero en su justa medida.
Tengo la piel blanca y no puedo abusar de él en accesorios… no se, no encuentro que me quede bien. En esos casos prefiero el plateado. Pero como la decoración es algo distinto y da lo mismo que la paleta de colores de tu living no combine con el tono de tu cara, hay que aprovechar, ¿no?
Sin volvernos locos, ni tirados a realeza, acá les traigo algunos ejemplos de cómo incluir el dorado en tus espacios.
Siempre puedes buscar un tapiz en tonos mostaza que se asemeje al oro. Si escoges telas como plush o terciopelo, ¡mucho mejor!
Puedes pintar un muro en este tono. Si te da nervio que sea demasiado, puedes hacer un patrón de líneas como este. También puedes buscar algún papel mural que tenga detalles dorados.
Un spray dorado es todo lo que necesitarás para darle nueva vida a una mesa de apoyo.
Juégatela con las cortinas. Le darán mucha calidez y carácter a tu casa.
Detalles dorados como floreros, figuras decorativas, maceteros, candelabros, te darán una pista de cómo se verá tu habitación con este tono. Agrégalo poco a poco y ve si te convence.
Una gran pieza de arte dorada será un foco visual muy importante. Asegúrate de no saturar ese muro con más cosas.
Siempre he creído que los cojines son una excelente forma de probar estilos. Busca telas doradas o con detalles en este color e incorpóralas en los almohadones de tu sofá. Puedes mezclar texturas y patrones.
¿Y si agregas dorado en las lámparas? Hoy existen muchísimas alternativas en el mercado.
Por último, si no te quieres arriesgar, usa pequeños accesorios para ver si te acostumbras.
¿Se animaron con el dorado? Yo definitivamente, sí.