Querido Viejito… quién eres?

En la noche del 24 al 25 de diciembre el Viejito Pascuero viaja desde el Polo Norte a todas los rincones del mundo. Vuela en un trineo mágico tirado por nueve renos, el más famoso de ellos, Rodolfo, ilumina el camino con su nariz roja brillante. Los duendecillos han ayudado a Santa a preparar los regalos durante todo el año y la noche antes de partir repasan juntos la lista de los niños para asegurarse de que todos los que han sido buenos durante el año reciben su regalo. Hasta ahí la historia que hoy conocemos, pero… Qué hay detrás de la leyenda del Viejito Pascuero?

Ilustración del viejito pascuero de la Coca-Cola
https://enchantedamerica.files.wordpress.com/2014/09/georgia-atlanta-coca-cola-santa-claus-department-store.jpg


Navidad de 1930, St. Louis, Estados Unidos. Ahí lo tenéis… el viejito guatón más famoso del mundo, vestido de rojo y… bebiéndose una soda en medio de unos grandes almacenes llenos de gente que buscan regalos. Aquella fue la primera vez que el Viejito Pascuero, tal y como hoy lo conocemos, pisó un Mall. Los dos, la soda y el viejito, son hoy dos de las marcas más reconocibles del mundo.

Algunos creen que Santa (como se le conoce en EEUU), viste de rojo y blanco por obra y gracia del marketing de Coca-Cola. Y bueno… es cierto que ellos fueron quienes le dulcificaron los rasgos, le regalaron unos centímetros de estatura y lo convirtieron en su emblema para las campañas de Navidad… sin embargo Santa ya vestía de rojo en las leyendas anteriores a aquellos años 30.

Allá por el año 300 vivía en Myra (una ciudad de la actual Turquía) un niñito llamado Nicolás. Sus padres querían futuros distintos para él; su padre quería que Nicolás fuera comerciante, como él. Sin embargo su madre quería que se ordenara sacerdote, igual que su tío. El destino llevó al niño a cumplir el deseo de su madre, aunque en realidad no tuvo elección. Sus padres murieron jóvenes, infectados por la peste y fue su tío el obispo quien se ocupó de él y le enseñó. Después de su muerte le sustituiría como obispo de la ciudad.

Desde muy pronto Nicolás fue conocido por sus bondades y por su milagros. Cuentan que, un padre viudo que tenía tres hijas pero muy poca plata vivía con miedo de que sus niñas se vieran obligadas a prostituirse para conseguir una dote y poder casarse. Las tres hermanas se encargaban de las labores de la casa y en invierno, como hacía frío, ponían a secar los calcetines encima de la chimenea. Una noche, Nicolás, que había escuchado la historia, dejó un saquito de oro dentro de cada calcetín. Y de ahí, como habréis ya adivinado, viene la tradición de recibir regalos dentro de calcetines en Navidad.

A Nicolás lo hicieron Santo y Patrón de varias ciudades y su leyenda arraigó mucho en Europa, especialmente en Italia. A la ciudad de Bari trasladaron los restos mortales del ya San Nicolás, y desde entonces pasaría a ser conocido como Nicolás de Bari. Ésas fueron las primeras líneas de la leyenda de Santa.

Habría que esperar mil años para añadir unas líneas más. Allá por el 1600 inmigrantes holandeses llegaron a las costas de América del Norte y fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam… rebautizada después como Nueva York. Los holandeses tenían tanta devoción por San Nicolás que nada más llegar le construyeron una estatua. Ellos le llamaban Sinterklaas y le celebraban siempre en diciembre entregando regalos a los niños, porque la leyenda decía que el santo les protegía y regaloneaba.

La tradición no pasaba desapercibida y a principios del 1800 el escritor Washington Irving escribió un libro titulado Knickerbocker’s History of New York en el que relataba de forma satírica las costumbres holandesas. Después de este texto Sinterklaas se convirtió en Santa Claus. Ya no vestía como obispo sino un sombrero de ala y fumaba pipa holandesa. Irving le sumó unos cuantos kilos, le vistió de rojo y se lo imaginó sobrevolando la ciudad en un caballo mágico repartiendo regalos por las chimeneas.

Después el caballo se transformó en Dasher, Dancer, Prancer, Vixen, Comet, Cupid, Donner y Blitzen, sus ocho famosos renos! Rodolfo se uniría a la manada unos años después, en 1939, también fruto de la imaginación de un escritor, Robert May que tenía el encargo de reescribir una leyenda de Navidad para unos grandes almacenes.

Hoy Santa Claus o Viejito Pascuero, es la expresión máxima de la Navidad. Está en todas partes, en todos los países y ya hace mucho que perdió su sesgo religioso. Para algunos es un símbolo netamente comercial, sin embargo conviene recordar que, ya sea por devoción o por convención, él nos recuerda que en estos días los protagonistas son los niños.


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