Con este calor apetece pasar tiempo en la terraza o el jardín y ojalá darse un baño. Eres más de playa o de piscina? Yo siempre prefiero el mar, sobre todo porque no me gusta el cloro de las piscinas. Estropea el pelo, reseca la piel e irrita los ojos. Pero desde hace ya algún tiempo me vienen hablando de las piscinas naturales.
Estas piscinas no utilizan químicos, se depuran de forma natural a través de plantas y peces, como en un lago de verdad. Las primeras piscinas naturales se construyeron en Austria hacia 1980 y hoy hay más de 20.000 en toda Europa, la mayoría de ellas en Alemania. Pero no sólo en el otro lado del mundo, también en Estados Unidos han tenido un auge importante y en Chile, poco a poco, se están dejando ver.
Y es que las piscinas naturales son sustentables, ecológicas y estéticas. Visualmente se integran perfectamente en los jardines y además crean un efecto balsámico, porque huelen y se sienten como pura naturaleza. Cuanto más tiempo tiene una biopiscina más rico es su ecosistema natural y mejor se ve. Además se les puede incorporar peces! A los niños les encanta.
Las biopiscinas tienen estructuralmente dos partes; una para bañarse, que suele ocupar el 80%, y otra para depurar. En esta segunda zona hay grava, piedras, plantas y rocas volcánicas que ayudan a limpiar el agua y la devuelven a la zona de baño a través de una bomba hidráulica.
Ya sé lo que estás pensado… seguro que son carísimas! Pues resulta que no! El costo de construcción es más o menos el mismo que el de una piscina tradicional, pero recuerda que además se ahorra en consumo energético, en productos químicos y en mantenimiento, porque prácticamente no necesita.
Eso sí, como no todo pueden ser ventajas, es cierto que para construir una biopiscina necesitas tener un buen espacio y también pensar en cuántas personas se van a bañar en ella. Las piscinas químicas limpian rápidamente las impurezas con el cloro, pero en las naturales el proceso es más lento. Algunos usuarios aconsejan además construir un pequeño deck alrededor para que la entrada en el agua no sea tan brusca y porque, además, a veces la orilla puede resbalar un poco.
Ay si yo tuviera un jardín!