El protocolo clásico de la época de nuestras abuelas nos dice que cuando se tiene invitados a comer, el mantel debe ser liso –de color blanco o muy pálido–, y tanto la vajilla como la cristalería debe ser de un mismo juego. Por supuesto, si imaginamos lindos platos blancos con ribetes dorados y copas de cristal tallado nos parece ideal para una mesa de un evento muy tradicional o sofisticado.
La clave está en cómo combinarlos y no perderse en la nave del tiempo.
Pero lo cierto es que en estos tiempos poco recordamos esas reglas. De hecho, varias veces hemos visto a anfitriones que se han esmerado por darle color a sus mesas con manteles al borde de lo flúor y platos que están lejos de ser parecidos siquiera, pero que resultan muy atractivos a la vista.
Y es que durante los últimos años las ambientaciones eclécticas o con elementos vintage se han instalado en nuestros comedores. Nada más cool que un matrimonio de estilo campestre con mesas largas que mezclan distintos tipos de sillas, platos y adornos, por ejemplo.
Almuerzo de domingo
Compartir un buen momento con las personas que queremos. Ese es el foco cuando un fin de semana invitamos a almorzar a amigos o familiares cercanos. Lo que vamos a comer o dónde lo haremos no es lo más importante, y por eso normalmente buscamos lograr un estilo fresco y moderno que acompañe ese encuentro relajado.
Es en estas ocasiones en que nos permitimos jugar con distintas piezas de vajilla y textiles animados que alegren aún más el ambiente. Solo nos preocupamos de tener en cuenta algunos consejos básicos para que el resultado sea armónico.
Por ejemplo, siempre es bueno elegir una paleta de colores que combine máximo tres o cuatro tonos de platos distintos: turquesa, blanco y rojo es un comodín, al igual que blanco y morado con naranja o verde.
También ayuda mezclar platos y pocillos monocromáticos con otros estampados, de modo que logremos marcar diferencias y resaltar las piezas más originales.
Si a eso sumas un mantel o individuales con diseños en tonos similares a los de la vajilla tendrás una mesa ecléctica y muy divertida.
Al fresco
Si el encuentro es al aire libre, en la terraza o en el jardín, nos gusta reforzar la idea de lo natural con adornos de frutas, jarrones con flores frescas u hojas verdes. Aquí quedan perfecto las copas o vasos de vidrio de colores con formas originales.
Ya sea en la vajilla o en los textiles, los estampados a cuadros o con delicadas flores –preferentemente en combinación con una base lisa– son perfectos para crear atmósferas más campestres y acogedoras que nos recuerdan épocas pasadas.
Fuera de lo común
Siguiendo los mismos consejos, también podemos crear ambientaciones para momentos especiales como una comida romántica, una cena de Navidad e incluso un matrimonio como comentábamos al principio.
La diferencia está en que todo se vea más delicado. Por ejemplo, para una comida importante te recomendamos utilizar una paleta de colores que incluya blanco y tonos pasteles. Mejor aún si integras piezas de vajilla de estilo vintage o de porcelana, con toques de dorado o plateado, que son colores más festivos.
Puedes elegir un mantel sobrio, copas transparentes, cubiertos metálicos y complementar con candelabros y flores a baja altura para que no interrumpan la comunicación entre los comensales.
Si sientes que ese estilo vintage no va con el lugar o con los invitados, una buena solución es elegir una vajilla en que predomine el blanco y el negro, pero con patterns geométricos y texturas variadas. Si integras solo un color más tendrás una mesa más elegante, pero moderna y con estilo.
Por último, un detalle muy importante: ¡recuerda poner bien la mesa!